lunes, 22 de octubre de 2012

Frida Kahlo.

Mi noche es como un gran corazón que late.

Son las tres y media de la mañana.

Mi corazón es una noche sin luna. Mi noche tiene grandes ojos que miran fijamente una luz gris que se filtra por las ventanas. Mi noche es larga y larga y larga y parece siempre estirarse hacia un fin incierto. Mi noche me precipita en tu ausencia. Te busco, busco tu cuerpo inmenso junto al mío, tu aliento, tu calor. Mi noche me responde: vacío; mi noche me da frío y soledad. Busco un punto de contacto: tu piel. ¿Dónde estás?

¿Dónde estás? Me vuelvo en todas direcciones, la almohada está mojada, mi mejilla se le queda pegada, mis cabellos húmedos contra las sienes. No es posible que no estés aquí. Mi cabeza divaga, mis pensamientos van, vienen y chocan, mi cuerpo no puede comprender. Mi cuerpo te quiere aquí. Mi cuerpo, este cuerpo mutilado, quisiera olvidarse por un momento en tu calor, mi cuerpo reclama algunas horas de serenidad. Mi noche es un corazón. Mi noche sabe que quisiera mirarte, seguir con mis manos cada curva de tu cuerpo, reconocer tu rostro y acariciarlo. Mi noche me ahoga de tu ausencia. Mi noche palpita de amor, que trato de contener pero que palpita en la penumbra, en cada una de mis fibras. Mi noche quisiera llamarte pero no tiene voz. Y sin embargo, quisiera llamarte y encontrarte y apretarse contra ti un momento y olvidar este tiempo que me destroza. Mi cuerpo no puede comprender. Tiene tanta necesidad de ti como yo, es posible que después de todo él y yo no seamos más que uno. Mi cuerpo te necesita, tú me has sanado muchas veces. Mi noche se ahueca hasta no sentir más la carne y el sentimiento se hace más fuerte, más agudo, despojado de la sustancia material. Mi noche me quema de amor.

 

Son las cuatro y media de la mañana.

Mi  noche me agota. Bien sabe que me faltas tú y toda su oscuridad no alcanza para ocultar esa prueba. Esa prueba brilla como una hoja afilada en las tinieblas. Mi noche quisiera tener alas que volaran hacia ti, te envolverían en tu sueño y te traerían de vuelta a mí. En tu sueño tú me sentirías cerca de ti y tus brazos me envolverían sin que tú despertaras. Mi noche no oye consejos. Mi noche piensa en ti, sueña despierta. Mi noche se entristece y se extravía. Mi noche acentúa la soledad, todas mis soledades. Su silencio no oye más que mis voces interiores. Mi noche es larga y larga y larga. Mi noche tendría miedo de que el día no llegue nunca más pero a la vez mi noche tiene miedo de que llegue, porque el día es un día artificial en que cada hora vale por dos  y sin ti no es realmente una hora vivida. Mi noche se pregunta si mi día no se parece a mi noche. Eso explicaría a mi noche por qué temo el día también. Mi noche tiene ganas de vestirme y empujarme afuera en busca de mi hombre.

Pero mi noche sabe que todo lo que se llama locura, de todo orden, origen de desorden, está prohibido. Mi noche se pregunta qué es lo que no está prohibido. No está prohibido confundirme con ella, eso lo sabe ella, pero se ofusca de ver confundirse con ella una carne al borde de la desesperanza. Una carne no está hecha para desposar la nada. Mi noche te ama con toda su profundidad, y de mi profundidad resuena también. Mi noche se alimenta de ecos imaginarios. Ella puede hacerlo. Yo fracaso. Mi noche me observa. Su mirada es lisa y desliza en todas las cosas. Mi noche te espera. Mi cuerpo te espera. Mi noche quisiera que tú descansaras apoyado en el hueco de mi hombro y yo me apoyara en el hueco del tuyo. Mi noche quisiera ver tu gozo y el mío, verte y verme temblar de placer. Mi noche quisiera ver nuestras miradas y tener nuestras miradas cargadas de deseo. Mi noche quisiera tener entre sus manso cada espasmo. Mi noche quisiera tener entre sus manos cada espasmo. Mi noche se volvería dulce. Mi noche gime en silencio su soledad al recuerdo de ti. Mi noche es larga y larga y larga. Pierde la cabeza pero no puede alejar de mí tu imagen. No puede engullir mi deseo. Mi noche te busca, muere de no saberte ahí, y me mata. Mi noche te busca sin cesar. Mi cuerpo no llega a imaginar que algunas calles o una geografía cualquiera nos separan. Mi cuerpo enloquece de dolor al no poder reconocer en medio de mi noche tu silueta o tu sombra. Mi cuerpo quisiera besarte en tu sueño. Mi cuerpo quisiera en plena noche dormir y en esas tinieblas ser despertado por tu beso. Mi noche no conoce sueño más hermoso y más cruel hoy que ese. Mi noche aúlla y desgarra sus velos, mi noche se clava a su propio silencio, pero tu cuerpo sigue inhallable. Me haces tanta y tanta falta. Y tus palabras. Y tu color.

         Pronto va a amanecer.
Carta a Diego Rivera ausente, 12 de septiembre de 1939. No enviada. Frida Kahlo


@raknida

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