Son las tres y media de la
mañana.
Mi corazón es una noche sin luna.
Mi noche tiene grandes ojos que miran fijamente una luz gris que se filtra por
las ventanas. Mi noche es larga y larga y larga y parece siempre estirarse
hacia un fin incierto. Mi noche me precipita en tu ausencia. Te busco, busco tu
cuerpo inmenso junto al mío, tu aliento, tu calor. Mi noche me responde: vacío;
mi noche me da frío y soledad. Busco un punto de contacto: tu piel. ¿Dónde
estás?
¿Dónde estás? Me vuelvo en todas
direcciones, la almohada está mojada, mi mejilla se le queda pegada, mis
cabellos húmedos contra las sienes. No es posible que no estés aquí. Mi cabeza
divaga, mis pensamientos van, vienen y chocan, mi cuerpo no puede comprender.
Mi cuerpo te quiere aquí. Mi cuerpo, este cuerpo mutilado, quisiera olvidarse
por un momento en tu calor, mi cuerpo reclama algunas horas de serenidad. Mi
noche es un corazón. Mi noche sabe que quisiera mirarte, seguir con mis manos
cada curva de tu cuerpo, reconocer tu rostro y acariciarlo. Mi noche me ahoga
de tu ausencia. Mi noche palpita de amor, que trato de contener pero que
palpita en la penumbra, en cada una de mis fibras. Mi noche quisiera llamarte
pero no tiene voz. Y sin embargo, quisiera llamarte y encontrarte y apretarse
contra ti un momento y olvidar este tiempo que me destroza. Mi cuerpo no puede
comprender. Tiene tanta necesidad de ti como yo, es posible que después de todo
él y yo no seamos más que uno. Mi cuerpo te necesita, tú me has sanado muchas
veces. Mi noche se ahueca hasta no sentir más la carne y el sentimiento se hace
más fuerte, más agudo, despojado de la sustancia material. Mi noche me quema de
amor.
Mi noche me agota. Bien sabe que me faltas tú y
toda su oscuridad no alcanza para ocultar esa prueba. Esa prueba brilla como
una hoja afilada en las tinieblas. Mi noche quisiera tener alas que volaran
hacia ti, te envolverían en tu sueño y te traerían de vuelta a mí. En tu sueño
tú me sentirías cerca de ti y tus brazos me envolverían sin que tú despertaras.
Mi noche no oye consejos. Mi noche piensa en ti, sueña despierta. Mi noche se
entristece y se extravía. Mi noche acentúa la soledad, todas mis soledades. Su
silencio no oye más que mis voces interiores. Mi noche es larga y larga y
larga. Mi noche tendría miedo de que el día no llegue nunca más pero a la vez
mi noche tiene miedo de que llegue, porque el día es un día artificial en que
cada hora vale por dos y sin ti no es
realmente una hora vivida. Mi noche se pregunta si mi día no se parece a mi
noche. Eso explicaría a mi noche por qué temo el día también. Mi noche tiene
ganas de vestirme y empujarme afuera en busca de mi hombre.
Pero mi noche sabe que todo lo
que se llama locura, de todo orden, origen de desorden, está prohibido. Mi
noche se pregunta qué es lo que no está prohibido. No está prohibido
confundirme con ella, eso lo sabe ella, pero se ofusca de ver confundirse con
ella una carne al borde de la desesperanza. Una carne no está hecha para
desposar la nada. Mi noche te ama con toda su profundidad, y de mi profundidad
resuena también. Mi noche se alimenta de ecos imaginarios. Ella puede hacerlo.
Yo fracaso. Mi noche me observa. Su mirada es lisa y desliza en todas las
cosas. Mi noche te espera. Mi cuerpo te espera. Mi noche quisiera que tú
descansaras apoyado en el hueco de mi hombro y yo me apoyara en el hueco del
tuyo. Mi noche quisiera ver tu gozo y el mío, verte y verme temblar de placer.
Mi noche quisiera ver nuestras miradas y tener nuestras miradas cargadas de
deseo. Mi noche quisiera tener entre sus manso cada espasmo. Mi noche quisiera tener
entre sus manos cada espasmo. Mi noche se volvería dulce. Mi noche gime en
silencio su soledad al recuerdo de ti. Mi noche es larga y larga y larga.
Pierde la cabeza pero no puede alejar de mí tu imagen. No puede engullir mi
deseo. Mi noche te busca, muere de no saberte ahí, y me mata. Mi noche te busca
sin cesar. Mi cuerpo no llega a imaginar que algunas calles o una geografía
cualquiera nos separan. Mi cuerpo enloquece de dolor al no poder reconocer en
medio de mi noche tu silueta o tu sombra. Mi cuerpo quisiera besarte en tu
sueño. Mi cuerpo quisiera en plena noche dormir y en esas tinieblas ser
despertado por tu beso. Mi noche no conoce sueño más hermoso y más cruel hoy
que ese. Mi noche aúlla y desgarra sus velos, mi noche se clava a su propio
silencio, pero tu cuerpo sigue inhallable. Me haces tanta y tanta falta. Y tus
palabras. Y tu color.
Pronto va a amanecer.
Carta a Diego Rivera ausente, 12 de septiembre
de 1939. No enviada. Frida Kahlo@raknida
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